miércoles, 19 de mayo de 2010

Mayo 18, 2010

Desde el ruido me veo rugir, planeando el escape que nunca voy a ejecutar. Vuelan en mi entorno palabras, ajenas construcciones que no valen más que un carajo. Me alejo de este plano, observo distante, y la conclusión es la misma. Dejen de ser sólo eso! Se los ruego, sutilmente lo exijo...
Ahora risas y humillación, por verme rugir, por saberme existir. ¿Y por qué creí acaso que mi argumento era válido? ¿Por qué es entonces que creen cierto su criterio?
Hay un quiebre, una interrupción sonora evidente, pero nada se altera, y eso me molesta. La última posibilidad de control, la última idea de esperanza es pisoteada. Los veo seguros de hacerlo, lo toman con sus manos y vuelven a pisotearlo, mi único aliento.
Pues hoy no me ganan, solos los dejo, vuelvo a las letras y al libro. Y el escape ya no existe, no lo necesito: estoy ahí.

domingo, 9 de mayo de 2010

Abril 27, 2010

Pensar en escapar, tropezar, no es más que una forma de empezar. Sacudirse hasta que centrífugamente se suelten de nuestra piel todas las escamas de lo que nos detiene, lo que nos aferra estúpída y concensuadamente al suelo. Suelo, ese lugar, ese plano inerte en el que tan cómodamente nos dejamos caer. Caer, caer y caer. Ni siquiera un avance, hacia lo más profundo, tal vez. Ni siquiera el mínimo avance hacia cualquier lado. Ahí. En el piso. Estático y estúpido. La fuerza no es suficiente, las escamas no se despegan. Y otra vez la noche, otra vez afuera...