Junio 22, 2010
Articuladas construcciones que luchan por mantenerse en pie.
Levantarse para no caer, nacer para no volver.
Dejar esa pequeña pero visible marca de de que algo fue, de que para algo sirvieron.
¿Y qué es lo que queda cuándo alrededor sólo hay ruido?
¿Cuál es la lucha ahora que todo está perdido?
Desapareceremos al fin, no más una marca, no más una excusa, sólo un continuo renacer por encima del tiempo.
Ese contacto, che, cómo odio ese contacto, a veces. Cuando es porque sí, cuando es para abarcar, para ser igual, no sentirse atrás, lo odio. Si es que fue buscado con el sólo fin de poder pertenecer, de tener ese punto en común, lo odio, lo detesto. Lo veo formarse, crecer, fortalecerse, ser más en más, multiplicarse por montones... lo odio aún más. Y por saber que inútil es mi odio ante su majestuoso existir, me odio y me detesto a mi también.
...Yo al alcance de mi yo...
